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la modificación de la trayectoria de las
corrientes marinas.
Es el caso de la corriente del Golfo, una
corriente marina de agua cálida que parte
desde el Golfo de México y que baña las costas
atlánticas de Europa, haciendo que nuestros
inviernos sean mucho más templados que los
que sufren en la misma latitud, en el este de
los Estados Unidos, bañados por la corriente
fría del Labrador. Esta corriente ha sufrido
ya ciertas variaciones y tiende a alejarse de
las costas europeas, lo que podría suponer
inviernos mucho más rigurosos para el norte y
centro de Europa con temperaturas similares
a las de Canadá.
Los mantos de hielo terrestres son los otros
grandes afectados por el aumento de las
temperaturas. Como es lógico pensar, a
mayor temperatura, mayor fusión. En los dos
últimos decenios (1990 – 2014) los mantos de
hielo de Groenlandia y la Antártida han ido
perdiendo masa. Los glaciares han continuado
menguando en casi todo el mundo y el hielo
del Ártico y el manto de nieve en primavera, en
el hemisferio norte han seguido reduciéndose
en extensión, alcanzando mínimos históricos
y absolutos
(Gráfico
5
)
.
La masa de hielos perpetuos del Ártico se
ha reducido desde los años setenta en un
14%. Algunos estudios apuntan a que no hay
precedentes para esta disminución y que la
temperatura del agua del mar de la zona no
ha sido tan elevada, al menos, en los últimos
1.450 años.
Los
glaciares continentales
están sufriendo
importantísimos estragos.
Todos ellos están
disminuyendo a una velocidad acelerada y
se están perdiendo por completo
6
.
Figura
3
: Variación de las temperaturas medias desde 1901 a 2012.
Fuente: IPCC.
El cambio climático: bases científicas y cambios observados